martes, 8 de junio de 2010

LA IGLESIA DEL DESIERTO

“El Espíritu empujó a Jesús al desierto. Y allí estaba esperándolo el diablo para tentarle." (Lucas 4:1)

El desierto es un lugar desnudo, árido, sin caminos, sin esquemas prefijados. Sólo invita al peregrino a atravesarlo, dejándose invadir por ese horizonte que siempre está delante. Penetrar en él es desprenderse de un mundo prefabricado, para aventurarse por lo inseguro, incluso lo peligroso.

Entrar, pues, al desierto, empujados por el Espíritu, es penetrar en un tiempo de búsqueda interior, sincera y valiente, de nuestro propio camino humano de creyentes. Es inútil pretender el camino o la respuesta ya elaborados, o las normas que nos digan qué tenemos que hacer y cómo decidir.

El desierto son las preguntas que han de ser respondidas desde el interior de nosotros mismos: ¿Cómo llegar a ser lo que quiero ser? ¿Qué busco? ¿Cuál es el objetivo de mi vida? ¿Qué significa para mí vivir como cristiano, y qué es en realidad vivir como cristiano?

El texto de Lucas, que narra esta experiencia de Jesús, nos insinúa que solamente en el desierto podemos encontrar el camino de Dios, que se ha de cruzar con el nuestro. No es de extrañar que allí Jesús tuviera que afrontar el más grande de sus interrogantes: ¿Qué quiere para mí mi Padre?

Caminar por el desierto es la pedagogía de Dios, que lejos de obligarnos a enderezar nuestros pasos por esa o aquella dirección, nos propone buscar cada uno nuestro propio camino, y dar una auténtica y personal respuesta.

Jesús tenía treinta y tantos años cuando el Espíritu lo llevó al desierto (el texto original indica que “lo empujó con violencia hacia el desierto”. Quizá el Maestro, en su fuero interno, se resistía a ir…), dejando atrás su familia, su pueblo, su vida de trabajador de la construcción, sus esquemas… para descubrir lo nuevo de una misión a la que era llamado.

Penetrar en el desierto significa, en efecto, desprendernos de todos los esquemas en los que nos hemos fijado y anclado. Es reconocer que eso pertenece ya a un tiempo viejo y caduco. El desierto apela a nuestra total desnudez y pobreza interior. No basta decir “Ya soy cristiano, ya tengo aprendidos los elementos básicos de la religión, conozco las normas y los preceptos. Pertenezco a la iglesia verdadera, ella me dice lo que está bien y lo que está mal, y a ella me debo”. En la arena del desierto tendremos que dejar nuestras respuestas hechas (y quizá huecas), tantos lugares comunes, tantos tópicos, tantas muletillas, algunos ritos vacíos, o aquel modo rutinario y convencional de hacer las cosas.

Penetrar en el desierto significa desnudarnos para descubrir nuestra aridez interior, para obtener el coraje de mirarnos tal cual somos, sin las vestiduras que cubren nuestra vergüenza, nuestras llagas o nuestra suciedad. Las nuestras, y las de nuestra iglesia, que ha de empezar a desnudarse también, si quiere seguir los pasos de Jesús. Dejar la casa, como hizo Abraham. Como el pueblo hebreo, que dejó las ollas de Egipto y el conformismo que significaba su esclavitud. Como el Maestro, que colocó el cartel “Se traspasa” en la carpintería, y se adentró en el desierto ignoto de su misión a favor de los arrinconados en los arrabales de la historia.

Penetrar en el desierto significa abandonar en su frontera tantas hipocresías; esa vida, y esa iglesia, aburguesadas y autosatisfechas. Olvidar tantos “esto es así porque así ha sido siempre”. Dejar a un lado esas trampas sutiles con las que pretendemos autoconvencernos de que todo va relativamente bien, y de que los cambios, de producirse, serán ya para la próxima generación, emulando así la catástrofe de la generación del Éxodo y quedándonos nosotros también, como ellos, a las puertas de una tierra (Iglesia) mejor.

Nuestra iglesia se dirige ya, como cada cinco años, hacia una Asamblea Mundial (Atlanta 2010). Enumerar los cambios que, a mi entender, van haciéndose ya imprescindibles en nuestro medio sería prácticamente imposible. Muchos son los retos a los que nuestra comunidad mundial se enfrenta. Una seria reflexión, y la adopción de un radical cambio de mentalidad al respecto de la ordenación de mujeres al ministerio pastoral (¿ministras u obreras?); del papel de los laicos en la iglesia del siglo XXI (¿responsables o ayudantes?); de la utilización de los recursos económicos (¿amasar o compartir?); de la autoridad de los pastores y dirigentes (¿autoritas o potestas?); de la naturaleza de la evangelización (¿proselitismo o servicio?); de las señas de identidad de la iglesia (¿radicalización de las normas o “Ved como se aman”?); de la “federalización” del modus operandi (¿café para todos o “diversidad en la unidad”?); de la forma de elegir a nuestros dirigentes (¿buenismo y confianza absoluta o candidaturas con proyecto?), y un largo etcétera… (Recomiendo, en este sentido, el magnífico artículo aparecido en el blog de mi amigo Jonás Berea)

http://yoestoyalapuerta.blogspot.com/2010/06/politica-eclesiastica.html

Deberemos tener cuidado con entrar en el desierto al volante de nuestro todo terreno último modelo (bien blindado, tantas veces), sobre el que rebotará la palabra exigente de Dios. La iglesia del desierto, en cambio, humilde y bien consciente de sus carencias, caminará sobre las dunas a pie, haciendo frente a las dificultades que el Tentador le ponga en el camino con las mismas armas de Jesús: con el pan del cielo (dependencia absoluta del Espíritu), con el Padre como único objeto de adoración (abandono de intereses espurios), y sin tentar a Dios (rechazo de toda connivencia con los poderes de cualquier tipo), apoyándose en el Señor de la iglesia, que la ha de guiar por el camino de la libertad, cuyo primer paso es mirarse y reconocerse tal cual es.

Entonces, completadas las tentaciones, el demonio se marchará hasta otra ocasión… (Lucas 4:13)

12 comentarios:

  1. Lo primero y principal sería ser capaces de enviar a esas asambleas a personas que presenten lo que la iglesia Española necesita o los cambios que ve conveniente hacer. Pero para eso primero en todas las iglesias se ha tenido que estudiar profundamente esas necesidades. Aunque eso se trabaja en "las altas esferas"(me parece según todo lo que conozco de nuestra iglesia). De todas formas esperemos que algunos cambios que comentas y otros se puedan realizar o aprobar.
    Un saludo

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  2. Como Carmen dice las reformas se llevan a cabo en las altas esferas. Pero eso no quiere decir que tengamos que esperar a que otros las lleven a cabo.
    Sí que es verdad que muchas veces parecen que están muy lejos y un poco sordos, pero el problema es que los que estamos en las bases no gritamos lo suficientemente alto.
    Decimos las cosas en voz bajita para no molestar, para no debilitar a los hermanos. Otras veces directamente nos callamos porque "para qué vamos a decir nada, lo único para encontrarnos malas caras y perder el tiempo"
    Entonces, como "no hay una voz que clama en el desierto" es que todo está bien y a gusto de todos: ¡qué bien lo estamos haciendo!

    Pero ¡cuidado! que mientras tanto el demonio sigue actuando sobre las personas dándole la vuelta a la tortilla, llevándolas al otro extremo:
    - Depende sólo de Dios: no necesitas a la iglesia (es que funciona tan mal...)
    - Abandona los intereses espurios: que se preocupen ellos de la política eclesiástica, eso no va contigo.
    - Rechazo de la connivencia con el poder: los administradores y pastores,cuanto más lejos mejor, son malas personas.

    El caminar por el desierto no quiere decir que tengamos que hacerlo solos ni en silencio. A ver si transformamos el desierto árido en un valle fértil.
    Esther Villanueva

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  3. Del desierto podriamos hablar y concretamente de Burkina Faso lugar donde hay un grupo de 15 adventistas a los que no le llega ni un "pan" y sabiendo que Adra tiene su Gran Sede en esa capital, todo lujo, Pero esta claro, lo primero es la imagen, luego el bolsillo y si queda tiempo y dinero mandamos unos clavitos para que se fabriquen unas chavolas y todo "Gracias a Adra"

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  4. Yo también quedé alucinada cuando visité en Honduras el edificio de Adra o el despacho del Presidente de la Unión...luego vuelta a Santa Bárbara y ver a los niños desnuditos, descalzos, con poco o nada que comer jugando con el lodo delante de su "casa": 4 maderos, unos cartones, trozos de chapa y plásticos.

    Jesús fue llevado al desierto. Tenía que apartarse de todo y conectar con lo Único antes de ponerse a "trabajar". Nuestra comodidad, nuestro bienestar, nuestros intereses, nuestro "trabajo" (como nosotros lo vemos y nos lo imponemos) nos aleja del desierto y del Único capaz de prepararnos para servir...
    Para qué otra cosa estamos en este mundo??
    teacher beg

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  5. Esther es verdad, si todos a una nos pusiéramos a "gritar en el desierto" seguro tendríamos muchos más resultados. pero eso no será nunca mientras haya personas que no dejan que se "grite" pues si dices algo fuera de lugar "según ellos" ya no eres un buen adventista. Y por cierto, a veces sí se ha gritado, como en las penúltimas asambleas nacionales que se hicieron en el CAS, hasta pastores y maestros gritaron y allí estaba todo preparado, bien cocinadito. Yo he estado en muchas asambleas y no habìa visto nunca nada parecido. Politiqueo puro y duro, perdonar que me exprese asi, pero no pensaba jamás que algo asi podria ocurrir en unas asambleas adventistas y sobre todo estando un "personaje importante" de la División dirigiendo esas asambleas,Carlos Puyol.

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  6. Jolines anónimo, Lo que dices de Burkina Faso es así? Madre mia, no me lo puedo creer. Bueno sí me lo puedo creer. jajaj. 50 años en la iglesia dan para mucho.

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  7. Anónimo, lo que tu viste en Honduras, yo lo ví en Venezuela cuando fuimos a hacer una semana de conferencias. Cuánta injusticia existe, es una pena.
    A ver si hacemos como dice Esther que el desierto árido lo transformemos en un VALLE FÉRTIL. Todos juntos

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  8. ¡Ay que me huelo que se está abriendo una brecha entre membresía y ministerio! Tengo la impresión de que, hoy más que nunca, es necesaria una reflexión a fondo sobre lo que le está sucediendo a la Iglesia.

    Algo pasa cuando las bisagras entre miembros laicos y "eclesiásticos" empiezan a chirriar como parece que chirrían. ¿No nos estará sucediendo lo que a la Iglesia Católica, que las bases van por unos derroteros y la curia, desoyendo sistemáticamente la opinión de aquellos a quienes verdaderamente se debe, toma sus propios caminos? ¿Estaremos olvidando que la asunción de cargos es la aceptación de responsabilidades y no la adquisición de prebendas? Sinceramente, repito, creo que se impone una reflexión en profundidad y en todos los niveles de la organización.

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  9. Pues sí que se impone esa reflexión.
    Viene dada por la inquietud de una generación más preparada y más comunicada. Por tanto más crítica con el modo de hacer las cosas.
    Por ejemplo, cuando Carmen dice "politiqueo puro y duro", refiriéndose a las últimas asambleas. Pero no sólo en ellas sino previamente a ellas. Y yo lo se por mi entorno más cercano, no he tenido que entrar en contacto con otras iglesias ni enterarme de oídas. ¿Por qué...?
    Pues no tengo respuesta, la condición humana presente en nuestra naturaleza nos juega estas malas pasadas.
    Debiera primar, como dice Niel, la aceptación de responsabilidades y no en encontrar en esto una forma de vida, en ejercer un cargo determinado y aferrarse a él. En tapar lo que no se debe de tapar, y no actuar cuando se debe de actuar.

    Críticas aparte, nos convendría una escapada al desierto. Por cierto, que en una reciente visita a otra iglesia, escuché que desierto, más que un lugar árido y sin vegetación y un calor sofocante; ese término, significa "lugar en el que Dios habla". Al menos en Éxodo que era el libro de referencia. Sí, escuchar a Dios. Como el bautista que "habitó en lugares desiertos", o Elías que escuchó la voz de Dios en el desierto de Horeb, o el mismo Jesús que fue "empujado" a "escuchar a Dios" (menuda se le venía encima).
    La iglesia es lo que son sus líderes, como un pueblo es lo que es su rey (normalmente).

    "Comité de sabios". "Asesores adjuntos". Lo que sea con tal de que no haya esa brecha. Cualquier cosa que mejore la conexión.
    Tengo la sensación de que hemos dejado pasar la época de vacas gordas para haber hecho cosas significativas con valentía. Y ahora con la época de vacas flacas volvemos para atrás. Aunque el dinero no lo es todo, es un hándicap. Hay que invertir en I + D. Y talentos los tenemos. No hay más que leer nuestros blogs o Aula 7 o Spectrum por citar los más cercanos.

    Quizá estemos ante un nuevo paso, quizá cambie la manera de prepararse para ser un ministro del evangelio, algún libro obsoleto objeto de estudio e incluso profesores gastados por el paso y el peso de los años. Quizá no tengamos por qué perder valores, ya me entendéis, me refiero a personas muy válidas que viven en el exilio. Quizá se empieze por algún lugar a barrer la casa y poner orden en ella. Tal vez.

    Tal vez un viajecito al "desierto" no nos vendría nada mal.

    Abrazos.

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  10. que bendicion felicidades.Respecto de la iglesia debemos gritar y fuerte pero para no perderse nuestras voces ke sean a la luz de la escritura y solo la escritura.La iglesia puede estar estancada dormida perdidaetc pero Dios no.Tine un plan perfecto ke se va a cumplir con nosotros o no,si o si.El ETERNO permita ke seamos llevados al desierto dependiendo solo de EL.

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  11. Mientras mas conozco a YAHWEH Baruj hu mas cuenta me doy de lo mucho que lo desconozco. Mientras mas me acerco a YAHWEH mas entiendo lo lejos que estoy de EL. Mientras mas hago su voluntad mas entiendo lo lejos que puedo llegar y el gran potencial que me dio, sintiendome polvo, sabiendo lo mucho que me queda por alcanzar.

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  12. Eh, que olvidé citar el blog de Cordura en mi comentario.
    Disculpas.

    Saludos.

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