“Pero lo iba siguiendo un joven, envuelto con una simple sábana, y le echaron mano. Pero él, soltando la sábana, se escapó desnudo.”
(Mc.14:51,52)
Me subyuga este personaje de los evangelios. Primero, porque es joven, probablemente adolescente aún. Segundo, porque en esta pequeña historia, de apenas dos versículos, creo descubrir todo un abanico de sensaciones compartidas con este muchacho que quiso seguir a Jesús.
Antes de nada, quiero prestar atención a este "Pero" con que empieza el relato. Porque si hay un "pero", es que la actitud de este joven difiere de la presentada en el versículo anterior. Y así es: los discípulos de Jesús, ésos que durante más de tres años habían andado con El (algunos, incluso, por encima del mar), comido con El (a veces panes y peces de las sobras de un milagro), y dormido con El (es lo que mejor sabían hacer, según el relato evangélico), descubrimos que, al ver que Jesús se dejó arrestar sin ofrecer resistencia, huyeron despavoridos y abandonaron al Maestro. Tuvieron miedo y se "rajaron".
"Pero lo iba siguiendo un joven...". Un muchacho anónimo, sin historia (por lo menos hasta ahora), sin nombre ni ropa, del que sólo se nos cuenta una sesión de "striptease". Quizá, ya acostado, oyó hablar a sus padres del posible arresto del Maestro, y no soportando la idea de no volver a ver a aquél que lo había tenido, probablemente, encima de sus rodillas, y le había dicho al oído que el Cielo era para los chicos como él, se levantó de la cama y, sin tiempo para vestirse, cogió la sábana y salió a la calle en busca de su "ídolo" (en el más estricto sentido del término).
Para cuando lo encontró, en el huerto de Getsemaní, Jesús ya había sido arrestado y estaba siendo conducido al Sanedrín, a fuerza de empujones y de golpes. El muchacho sintió miedo, pero decidió seguirlo de cerca. Tan de cerca, que fue tomado por sospechoso y los soldados intentaron apresarlo, agarrándolo por la sábana.
Creo que el muchacho, para aquel entonces, ya estaba convertido. Si no, no hubiese arriesgado lo que arriesgó. Sus diferentes encuentros con Jesús lo habían marcado profundamente. Así definiría yo la conversión: las marcas imborrables que dejan nuestros encuentros con Jesús, y que nos empujan a echarnos a la calle, para hacer algo por El.
Sin embargo, aunque ya convertido, el chaval falló estrepitosamente en un momento difícil, y abandonó también a Jesús. Porque la conversión no nos hace perfectos, ni infalibles. Convertirse es decir nuestro primer sí sincero al Maestro, en un camino que estará plagado de otros síes, y de muchos noes. La conversión es decidir seguir a Jesús, cueste lo que cueste, aunque no lleguemos a hacerlo siempre de cerca.
El caso del chico de la sábana, que según la tradición era Juan Marcos, nos ayuda a comprender este aspecto de la conversión. Aquel joven huidizo, que volvió a huir, años más tarde, de sus responsabilidades como predicador al lado de Pablo y Bernabé (Hch.I5:37,38), encontró al fin el rumbo, y acabó por escribir nada más y nada menos que el segundo libro del Nuevo Testamento, el evangelio según San Marcos.
No deberíamos dejarnos desesperar por nuestros errores, ni dudar de nuestra conversión cada vez que nos equivocamos. Convertirse es sólo el principio de un camino a recorrer tras las huellas del Maestro. Hay que darle tiempo a Jesús. Ya llegará el día en que lo que ahora nos parece imposible de vencer, no será más que un recuerdo. Juan Marcos es el vivo ejemplo: en un momento de debilidad, o de miedo, huyó de Jesús y se quedó desnudo (como nos quedamos todos, siempre que nos separamos de El), pero supo levantar la cabeza, recobrar la esperanza, y contar su historia, una y otra vez, a los millones de cristianos que cada día leen su evangelio.
Me subyuga este personaje de los evangelios. Primero, porque es joven, probablemente adolescente aún. Segundo, porque en esta pequeña historia, de apenas dos versículos, creo descubrir todo un abanico de sensaciones compartidas con este muchacho que quiso seguir a Jesús.
Antes de nada, quiero prestar atención a este "Pero" con que empieza el relato. Porque si hay un "pero", es que la actitud de este joven difiere de la presentada en el versículo anterior. Y así es: los discípulos de Jesús, ésos que durante más de tres años habían andado con El (algunos, incluso, por encima del mar), comido con El (a veces panes y peces de las sobras de un milagro), y dormido con El (es lo que mejor sabían hacer, según el relato evangélico), descubrimos que, al ver que Jesús se dejó arrestar sin ofrecer resistencia, huyeron despavoridos y abandonaron al Maestro. Tuvieron miedo y se "rajaron".
"Pero lo iba siguiendo un joven...". Un muchacho anónimo, sin historia (por lo menos hasta ahora), sin nombre ni ropa, del que sólo se nos cuenta una sesión de "striptease". Quizá, ya acostado, oyó hablar a sus padres del posible arresto del Maestro, y no soportando la idea de no volver a ver a aquél que lo había tenido, probablemente, encima de sus rodillas, y le había dicho al oído que el Cielo era para los chicos como él, se levantó de la cama y, sin tiempo para vestirse, cogió la sábana y salió a la calle en busca de su "ídolo" (en el más estricto sentido del término).
Para cuando lo encontró, en el huerto de Getsemaní, Jesús ya había sido arrestado y estaba siendo conducido al Sanedrín, a fuerza de empujones y de golpes. El muchacho sintió miedo, pero decidió seguirlo de cerca. Tan de cerca, que fue tomado por sospechoso y los soldados intentaron apresarlo, agarrándolo por la sábana.
Creo que el muchacho, para aquel entonces, ya estaba convertido. Si no, no hubiese arriesgado lo que arriesgó. Sus diferentes encuentros con Jesús lo habían marcado profundamente. Así definiría yo la conversión: las marcas imborrables que dejan nuestros encuentros con Jesús, y que nos empujan a echarnos a la calle, para hacer algo por El.
Sin embargo, aunque ya convertido, el chaval falló estrepitosamente en un momento difícil, y abandonó también a Jesús. Porque la conversión no nos hace perfectos, ni infalibles. Convertirse es decir nuestro primer sí sincero al Maestro, en un camino que estará plagado de otros síes, y de muchos noes. La conversión es decidir seguir a Jesús, cueste lo que cueste, aunque no lleguemos a hacerlo siempre de cerca.
El caso del chico de la sábana, que según la tradición era Juan Marcos, nos ayuda a comprender este aspecto de la conversión. Aquel joven huidizo, que volvió a huir, años más tarde, de sus responsabilidades como predicador al lado de Pablo y Bernabé (Hch.I5:37,38), encontró al fin el rumbo, y acabó por escribir nada más y nada menos que el segundo libro del Nuevo Testamento, el evangelio según San Marcos.
No deberíamos dejarnos desesperar por nuestros errores, ni dudar de nuestra conversión cada vez que nos equivocamos. Convertirse es sólo el principio de un camino a recorrer tras las huellas del Maestro. Hay que darle tiempo a Jesús. Ya llegará el día en que lo que ahora nos parece imposible de vencer, no será más que un recuerdo. Juan Marcos es el vivo ejemplo: en un momento de debilidad, o de miedo, huyó de Jesús y se quedó desnudo (como nos quedamos todos, siempre que nos separamos de El), pero supo levantar la cabeza, recobrar la esperanza, y contar su historia, una y otra vez, a los millones de cristianos que cada día leen su evangelio.
Realmente es una aventura constante la que nos propones Juan Ramón. Pues venga, vamos a vivirla juntos. Yo me apunto.
ResponderEliminar¿Sabéis? Este relato para mí está en los cimientos de mis escarceos con el cristianismo; perdiendo el pudor, fui capaz de adquirir el libro escrito por Tomás Moro "La agonía de Cristo" y cuya portada en la vitrina de aquella librería de pueblo me resultaba seductora.
Moro dedica varias páginas a comentar este incidente y merece la pena transcribir algunos párrafos:
"Así las cosas,imaginaría yo los hechos de esta manera. Este muchacho... siguió a Cristo cuando éste salió de la casa, acabada la cena, y continuó siguiéndole a cierta distancia, más lejos quizás que los Apóstoles, pero, con todo, junto a ellos. Más tarde, cuando el terror hizo que todos los Apóstoles escaparan de las manos de los soldados, este muchacho se atrevió a permanecer allí, tanto más confiado porque sabía que nadie era consciente del amor que sentía por Cristo. Mas, ¡qué difícil es disimular el amor que tenemos hacia alguien! Aunque se había entremezclado con quienes odiaban a Cristo, su porte y su expresión le traicionaron, dando claramente a entender que estaba a favor de Cristo, ahora abandonado por los otros, y que le seguiría, no para perseguirle y entregarle, sino como quien le sigue para entregarse a El. Al ver la turba que los discípulos había huido, y sólo este joven se atrevía a seguir a Cristo, rápidamente se echaron sobre él y le atraparon.
... no sólo no pudieron prender a los once, sino que ni siquiera pudieron retener entre todos a este muchacho, al que ya tenían atrapado y que estaba -puede uno imaginarse- completamente rodeado. "Le cogieron, mas él, arrojando el lienzo, escapó desnudo de entre ellos".
...
Enseña también este muchacho con su ejemplo qué tipo de hombre puede resistir más tiempo, con menos peligro y escapar fácilmente de manos de sus enemigos, si éstos hubieran llegado a capturarle. En efecto, aunque este muchacho fue el que más resistió siguiendo a Cristo durante un trecho hasta que le prendieron, sin embargo, y gracias a que no iba vestido con muchos y variados vestidos, sino que llevaba tan sólo un simple lienzo, ni siquiera bien sujeto, sino echado sin mayor cuidado sobre su cuerpo, de tal modo que fácilmente podría desprenderse de él, pudo, en un momento, arrojar la prenda en manos de sus perseguidores y huir de ellos desnudo. Llevándose el meollo, les dejó con la cáscara.
... (sigue)
...¿Qué significa esto para nosotros? Qué otra cosa puede significar sino ésta: que así como un hombre barrigón, hecho torpe y lento por el peso de la tripa, o un hombre que lleva consigo una pesada carga de ropajes y vestidos, difícilmente está en condiciones de correr con rapidez, de la misma manera el hombre con un cinto de bolsas repletas de dinero, muy difícilmente podrá escapar cuando caigan súbitamente sobre él las angustias y los pesares.
ResponderEliminar...En fin, aprendemos del ejemplo de este muchacho que hemos de estar siempre preparados ante las contrariedades y dificultades que se presentan de improviso y que pueden hacer necesaria la huida; nos enseña, sin duda, que para estar preparados no es bueno estar cargado con muchos vestidos, ni tan apretujados y abrochados a uno solo que, cuando la ocasión lo urja, nos sea casi imposible arrojar la tela y escapar desnudos.
...lo que este joven hizo encierra otra lección tadavía más profunda.
Así como los vestidos valen mucho menos que el cuerpo, así el alma es mucho más preciosa que el cuerpo. Tan loco de atar estaría quien diera su alma para salvar la vida corporal como quien optara por perder el cuerpo y la vida antes que perder el manto. Así habló Cristo del cuerpo:
"¿No vale más el cuerpo que el vestido?", pero cuánto más dijo del alma: "¿De qué te sirve ganar el universo entero si pierdes tu alma? ¿Qué dará el hombre a cambio de su alma?"
...Nos advierte además el ejemplo de este muchacho qué tipo de vestido debe ser el cuerpo para el alma cuando nos enfrentemos a tales pruebas. No ha de ser corpulento y gordinflón por causa del desenfreno, ni tampoco debilucho y flojo a causa de una vida disoluta, sino fino y esbelto como un mantel, con la grasa gastada y apurada por el ayuno. (Jajajaja, esto me gusta mucho). No estaremos así tan apegados que no podamos deshacernos de él, de buena gana, si la causa de Dios lo exige. Aquel joven, atrapado por esos miserables y antes de ser forzado a decir o hacer algo que pudiera ofender el honor de Cristo, abandonó su túnica y escapó desnudo de sus garras. No está de más recordar que, mucho tiempo antes, otro joven se había comportado de manera similar. En efecto, el santo e inocente patriarca José dejó a la posteridad un ejemplo singular, enseñando que hay que huir del peligro contra la castidad con la misma prontitud y decisión con que uno escapa de un intento de asesinato.
...no desconocía que la más segura victoria consiste en huir. De esta manera, abandonó José su manto en manos de la adúltera y se dio inmediatamente a la fuga.
Como decía, para evitar caer en pecado hemos de arrojar no sólo la túnica o la camisa o cualquier otro vestido del cuerpo, sino hasta el mismo cuerpo, que es el vestido del alma. Si al pecar pretendemos salvar el cuerpo,en realidad, lo perdemos, y con él perdemos también el alma. Por el contrario, si soportamos con paciencia y por amor de Dios la pérdida del cuerpo(Tomás Moro murió decapitado),
nos ocurrirá entonces lo que ocurre con la serpiente: que muda su vieja piel a fuerza de frotar y restregar entre zarzas y abrojos, y, abandonándola en los matorrales, aparece de nuevo rejuvenecida y resplandeciente. Si seguimos el consejo de Cristo y nos hacemos astutos y prudentes como las serpientes, dejaremos nuestros cuerpos envejecidos sobre la tierra, desgastados entre las espinas de la tribulación padecida por amor, y seremos llevados al cielo, los cuerpos relucientes y en plena juventud, para jamás sentir los efectos de la vejez."
¿No está mal, su interpretación, verdad?
Saludos.
El gran Moro. Grande entre los grandes. Aunque es verdad que estar tan pendientes de los detalles de un relato, para interpretarlos, lo convierten casi en una alegoría, en vez de en la plasmación, casi periodística, de lo que realmente ocurrió (las cosas pasaron "porque..." y no "para que..."), es cierto, también, que extraer lecciones de lo sucedido es útil y enriquecedor. Gracias, gran Moro. Y gracias, Antonio.
ResponderEliminarMuchas preguntas asaltan a quien lee este relato, pretendiendo saber más. Es tan escueto, abunda tan poco en los detalles, como dejándose llevar por la propia urgencia que debió adueñarse del pobre Juan Marcos, que muchas cosas parecen quedarse en el tintero.
¿Vio Jesús lo que pasó? Y si lo vió, ¿qué pensaría el Maestro, ante esa fugaz expresión de adhesión? ¿Qué pasaría por su cabeza? Abandonado por los suyos, traicionado por uno, a punto de ser negado por otro, ¿cómo debió percibir el riesgo asumido por aquel chaval?
Angustiantes, perturbadores y fatídicos momentos le quedaban por vivir el rabí de Galilea. Pero creo que el recuerdo de aquella adhesión infantil, casi a contrapelo, como la de quien sabe que se marcha el tren, y no quiere perderse el saludo final a la persona amada que parte, debió acompañar a Jesús en las horrorosas horas que le quedaban por vivir. Una gota de agua en el infierno que se le venía encima. Fuerza para seguir creyendo en su proyecto de traer la felicidad a los hombres y las mujeres que, como aquel niño, se lanzan a la piscina sin saber aún si hay agua o no.
Imagino a Jesús, maniatado, empujado y golpeado, mirando de reojo a ese adolescente intrépido, apasionado. Y lo imagino, también, esbozando una leve sonrisa al verlo marchar, a trompicones, en pelota picada. Quizá pensó el Maestro, para sus adentros: "Ahí va mi Reino Nuevo, ahora una semilla adolescente aún, pero lleno de vida ya, dispuesto a ser compartido, germinando en el corazón de todos aquellos que lo descubran en esta historia, que hará parte de la Buena Noticia escrita "según San Marcos"..."
¡Jolín, me has emocionado!
ResponderEliminarQuizá haya una lectura más que se me ocurre sobre este incidente. Es la soledad del adolescente seguidor de Cristo. No integrado en el grupo de discípulos, pero capaz de arriesgar más que ellos por estar junto al Maestro. Pero un anonimato que a Jesús no le pasa desapercibido, como muy bien dices.
Jesús ya había dicho: "pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos". Los malvados prenden y matan al líder y a sus seguidores, eso ha pasado infinidad de veces en la sangrante historia pasada. En su caso, Jesús consiguió que, en sus últimas horas, ninguna "oveja" sufriera daño alguno. Y es que el Nazareno suscita adhesiones como éstas, adhesiones que ponen en riesgo sus propias vidas por seguirle. Y la sangrante historia pasada está llena de testimonios en los que sus seguidores han perdido su vida por seguirle y por no negarle. Pero creyendo su promesa: "el que pierda su vida por causa de mí, la hallará".
En este caso, Jesús está rodeado por brutos, por prevaricadores, por mentirosos, por traidores, por asesinos. Así es imposible llegar a él. Lo mejor es salir huyendo, Jesús lo sabe. Y espera poder encontrarse con nosotros en algún otro lugar más "apropiado", más "acogedor", más "aparte y a contracorriente". Su promesa de "buscad y hallaréis" sigue en pie.
¿Lo has encontrado ya? ¿No buscas? ¿Y a qué esperas? ¿No ves la injusticia por doquier?
¿Por qué no huyes? ¡Corre, déjalo todo! ¡Reúnete con él en otro lugar, lejos de la turba que te quiere aprisionar a tí!
Para mí, el Nazareno, sigue siendo tan atractivo hoy como hace dos mil años. No me extraña que algunos hagamos "locuras" o no podamos dejar de hacerlas.
Abrazos.
Para conseguir adquirir un lienzo primero denotaba lino fino, y luego se tejía un lienzo.
ResponderEliminarPesaba mucho. Los primeros lienzos eran de lino, un material marronáceo resistente de considerable fuerza.
En aquella época, no es como ahora, adquirir vestidos o túnicas, o lienzos no era tan fácil. Desprenderse de ellas denotaba verguenza, desnudez. Se empleaba como castigo el desprender a alguien de sus ropas.
Existen muchas interpretaciones posibles de éste pasaje. Existía una profecía en la cual "herido el pastor, las ovejas se dispersarán" dentro de la soberanía de los planes de Dios, así fué. Además huyeron a Galilea cuando las cosas se pusieron complicadas.
¿Huímos nosotros también?
Por otro lado, puede ser mera curiosidad, evaluación del maestro famoso, del acontecimiento que nos intriga, sobre todo si no tiene que ver con nosotros..
Puede ser alguien que desea obtener información incluso para una recompensa...
Hay muchas, las tradicionales, lógicamente tendenciosas hacia la adoración de Jesús como "El Ungido"
¿Qué dicen los apócrifos y los nósticos? Lo identifican con Tomás, siempre intentando asegurarse sus creencias..
No quiero aburrir, pero qué hermoso es poder abiertamente reflexionar sobre un texto así,
¿o no? amigos....
¿Por qué la tradición cristiana más primitiva deduce que Marcos el evangelista (Juan Marcos) era el propio chaval de la sábana? Los discípulos ya no estaban, porque habían dejado solo a Jesús, habían huido. Así que ¿quién vio aquella escena, para después poder contársela a Marcos el evangelista? La respuesta es casi obvia: el propio Marcos fue el protagonista de aquel relato, y después lo cuenta en tercera persona, sin darse a entender demasiado, quizá por rubor, quizá por miedo al ridículo.
ResponderEliminarEsta historia de Juan Marcos nos ofrece una visión esperanzadora de nuestra propia experiencia espiritual. Estos (los nuestros...) compromisos a medias, llenos de pasión pero claro reflejo de nuestra debilidad, también parecen servirle al Maestro, que no para de ofrecernos oportunidades. A veces somos nuestros peores jueces, y los más crueles verdugos con nosotros mismos. Dudamos de la veracidad de nuestro compromiso espiritual a las primeras de cambio. Caemos en las más paradójicas contradicciones, y nos maldecimos por ello. Sin caer en la cuenta de que Jesús se sirve de cualquiera de nuestros gestos, por endebles y poco duraderos que parezcan, para tener la oportunidad de mirarnos a los ojos y decirnos: "Tranquilo, chaval. Guarda en tu corazón la decepción que sientes ahora, y aprovéchala para crecer en la fe. Hoy fallaste, quizá mañana también lo hagas. Pero yo no te fallaré, mientras sientas la necesidad de acercarte a mí, aunque sea sólo por un momento y después huyas. No te vengas abajo, porque la vida te ofrecerá mil oportunidades más de mirarme cara a cara. Aún desnudo y corriendo en dirección contraria, ya eres de los míos. Dentro de un par de días, te esperaré a la vuelta de la esquina".
Nadie nos obliga a huir. Pero cuando lo hacemos, nadie nos obliga, tampoco, a bajar los brazos y darnos por perdidos. El Maestro es testarudo con los suyos, y va a buscarlos aunque tenga que dejar cosas más importantes. Y quizá Él me preguntaría ahora: "¿Crees que tengo algo más importante que hacer...?
Gracias hermano! Dios te bendiga fuiste instrumento de mi Señor para quitar este velo de mi mente.
EliminarParece que estás más que puesto en esto de los blogs, querido amigo del alma. Éste, en concreto, me alegra, ahora eres la Voz que Clama en el Desierto, pero no tanto. Desde 2amedialuz ya no está el desierto tan vacío como parecía o nos parecía al inicio. Estoy seguro de que este tendrá su seguimiento y nos brindará la oportunidad de poder debatir otro tipo de temas más centrados en lo espiritual.
ResponderEliminarEl tema que presentas me gusta. Sobre este chico he predicado muchas veces. Es un personaje anónimo pero con un par, como quedó en evidencia en todos los sentidos. ¡Ja, ja, ja! En cuanto tenga un ratico vuelvo y sigo disfrutando.
Un beso a todos.
Gracias Juan Ramón, estas palabras nos enriquecen y motivan para seguir adelante en esta vida con tantos problemas.
ResponderEliminar"aunque ya convertido, el chaval falló estrepitosamente en un momento difícil, y abandonó también a Jesús. Porque la conversión no nos hace perfectos, ni infalibles. Convertirse es decir nuestro primer sí sincero al Maestro, en un camino que estará plagado de otros síes, y de muchos noes. La conversión es decidir seguir a Jesús, cueste lo que cueste, aunque no lleguemos a hacerlo siempre de cerca.
No deberíamos dejarnos desesperar por nuestros errores, ni dudar de nuestra conversión cada vez que nos equivocamos. Convertirse es sólo el principio de un camino a recorrer tras las huellas del Maestro.
Holaaa!
ResponderEliminarYo no quiero especular si este joven estaba convertido o no en el momento de este incidente; pero lo que si deduzco es que evidentemente se sentia atraido de una manera especial hacia Jesus - como para salir envuelto solo con una sabana y nada mas! Y estoy segura de que esa noche le marco...
Mas que centrarme en lo que se ha definido con el "fallo" del muchacho, el error que comentio, el tropezon espirutual que la huida representa, o como defraudo al Maestro - algo que hacemos todos diariamente; quiero centrarme en el poder que tiene EL de atraerme, de perseguirme, de no dejarme en paz, y cambiar mi vida. Eso es lo esencial: no se trata de mi, sino de EL. Menos mal, porque si tuviese que depender de mi... mal andariamos!
En mi vida y en mi relacion con Jesus la constante no soy yo, es EL. Siempre ha sido asi, lo sigue siendo y siempre lo sera. Es EL quien me acepta tal y como soy. Pecadora.
Me perturba un poco el concepto de "no caer en pecado" o "evitar pecar" si nos esforzamos, o si ponemos de nuestra parte, o si nos despojamos de nuestra "tunica"... este concepto nos pone a nostros al mando de la situacion, o en control. Y para mi no es asi: en principio porque yo desde el momento en que naci ya naci con una naturaleza pecaminiosa (gracias Adan y Eva) y defectuosa, incapaz de "no pecar", y segundo porque no soy yo (ni mis obras) lo que me salva, es EL. Cuando me descubro (lo acepto, me acerco) es EL quien me toma en sus manos y me acerca, y eso no cambia nunca.
Este muchacho no hizo ni mas ni menos lo que cualquiera de nosotros hubiese hecho probablemente, por eso podemos ponernos en su situacion y comprenderlo; no por eso dejo de amar a Jesus, no por eso se alejo de el en su corazon.
Un beso.
Ester
Me encanta cómo has expuesto tu breve análisis...
ResponderEliminarEstoy contigo..
Los gnósticos sostuvieron que era Tomás, porque quiso comprobar de cerca que realmente estaba pasando lo que Jesús había prometido..
Tomás fue considerado por la historia un gnóstico precisamente por dudar de varios conceptos claves en el movimiento, tales como la resurrección...
lo que me llama la atención de éste joven (probablemente Marcos) es el ¿por qué sólo llevaba ese lienzo en esa noche?
Un abrazo a todos...
Juan Ra, a tí también, que desde la disputa, te has distanciado....
un beso
diego
Entre tú y yo, Diego, no puede haber distancia. Sólo afecto y cordialidad. Y muchas ganas de aprender el uno del otro, y viceversa. No te hagas ideas raras, amiguete...
ResponderEliminar¿Por qué Juan Marcos llevaba puesta sólo una sábana esa noche? Las noches en Palestina, en tiempos de Pascua, pueden ser ya bastante calurosas. Así que, probablemente, el chaval estaba durmiendo desnudo, tapado con una simple sábana. Al oír en casa el alboroto que se crea por el rumor del apresamiento de Jesús, el chaval pudo saltar de la cama con lo puesto, que era la sábana bajo la que dormía y, atropelladamente, salir a la calle para ver si puede averiguar lo que está pasando. El resto de la historia nos la cuenta el propio relato.
Un abrazo, Diego querido.
¿Cómo tratamos a los jóvenes en nuestras comunidades? ¿Les damos la hondura de espíritu y las atenciones que Juan Marcos debió recibir de Jesús, y de las que debió extraer el valor de seguirlo cuando todos lo abandonaban? ¿Nos contentamos con enseñarles las cuatro reglas básicas, esas que nos hacen diferentes, para que sean como deben ser en una comunidad que se precia de ser como debe ser? No fumes, no bebas, no comas cerdo, y mete tus ofrendas en la bolsa desde pequeño...
ResponderEliminar¿Ofrecemos, los creyentes, tiempo de calidad a nuestros niños, y a nuestros jóvenes, en nuestras reuniones religiosas? ¿O los condenamos a estar sentaditos, sin dar mucho mal, viendo los cogotes de gente gigante que están delante de ellos, oyendo la voz de un señor, o una señora, que se afana por predicar mensajes que no entienden, con palabras que no comprenden (ni hasta yo las comprendo muchas veces...)?
Hemos de confesar que nuestros servicios religiosos, para los niños y jóvenes de nuestras iglesias, pueden hacerse altamente insoportables. Quizá deberíamos hacer como el gobierno con las cajetillas de tabaco: grandes carteles a la entrada de nuestros locales de culto, en los que ponga "Este servicio religioso puede ser perjudicial para la salud espiritual de sus niños".
¿Bastan los cinco minutitos que dedicamos a contarles una historia, justo antes de la predicación del orador, narrada a veces de forma atropellada, a contrapelo, y con un mensaje altamente moralista, que propone tantas veces una imagen vetusta de Dios? Y eso, en las comunidades que se toman en serio lo de la historia para los niños... Porque en otras, a nada que aprieta el horario, porque el anciano de turno emplea en dar los anuncios el tiempo que yo dedicaría a leerme el Quijote, lo primero que se anula es la historia de los niños...
No tenemos derecho, después, a quejarnos de que nuestras iglesias se hacen viejas; de que no hay savia nueva; de que los cargos los tienen que coger siempre las mismas personas, porque no hay relevo; de que cuando se hacen mayores nuestros hijos, cuando dejan de ser niños y se convierten en jóvenes, acaban desertando de unas iglesias que los maltrataron durante años, eso sí ¡con una sonrisa complaciente en los labios, y algún caramelo que sacamos del bolsillo, como único alimento que se llevarán a casa! Que si ya no es como antes, que si es culpa de los padres (a los padres, a ojos de algunos, siempre nos falta mano dura con nuestros hijos en la iglesia...); que si esto en mis tiempos no pasaba; que si los niños no pueden correr en el templo (¿qué templo? Ah, pero... ¿es que aún tenemos templos? ¿No se destruyó el último, en el año 70 DC?), después del culto; que si, que si, que si...
Mucho tendrán que cambiar las cosas, para que los niños que ahora tenemos encajonados en nuestras comunidades, entre gente muy seria y muy bien vestida, decidan seguir con nosotros conforme vayan cumpliendo años, y no acaben percibiendo, cuando sean jóvenes, su recién adquirida libertad como una forma de zafarse de toda esta religión mal entendida, mal enseñada, y mal parida...
Después nos lamentaremos de que ya no hay chicos como Juan Marcos. Nos lamentaremos, eso sí, muy serios, muy bien vestidos, habiendo conseguido el silencio sepulcral que queríamos para nuestras iglesias (la paz de los cementerios...), y con un caramelo en el bolsillo...
Ostras Juan Ramón, ahora sí que has apretado el acelerador!!!!
ResponderEliminarUn análisis certero y que encoge el corazón, por lo real, claro.
Nos hemos convertido en monstruos para ellos.
Entono el mea culpa, porque miro mi pasado y veo la presión que tienen
o tenemos los padres por el qué dirán del comportamiento de los hijos.
Eso te lleva a ser rígido y autoritario a veces con ellos. Hoy pienso
de manera diferente, en absoluto me incomoda que haya uno o dos dando
vueltas por ahí, y es que estadísticamente no son más. Pero hay que ver
cuánto se ofenden los hermanos por la falta de reverencia, etc, etc.
Así, hoy por esto y mañana por lo otro, les damos a ellos la imagen de
que no son aceptados. A no ser que pasen por el canon supremo del
comportamiento santificado del séptimo viento (jaja, me he aficionado a
utilizar esta expresión).
Fijaos, esta noche en nuestro Grupo, hemos visto el segundo tema del
pastor Roberto Badenas sobre la resiliencia, que preparó para los
responsables del Ministerio de la Infancia en Gandía. A mí me parece
una pasada por los temas que toca y los ejemplos que pone. Porque
explica la superación de dificultades y el esfuerzo por lograr, a veces
superando una discapacidad, algo "grande" en la vida.
David Meca, por ejemplo, el médico les recomendó a los padres que por
el problema del niño tenía que nadar mucho. Y ha llegado a ser campeón
en mar abierto. En lugar de decir los padres: "Ay, no hijo, tú aquí
quietecito", pues no, se lo propondrían de tal modo y le animarían que
ha llegado donde ha llegado.
El caso es que una pareja de supuestos "jóvenes", van y se marchan
porque no les gusta el "programa", y yo digo: ¿Cómo vamos a crecer así?
Porque esos han arrastrado a otros de más edad un poco después. Digamos
que se corta el rollo.
O sea, que puedes aprender a vencer dificultades y no valoras la
enseñanza. Al final de su tema, una pareja con minusvalía bailan una pieza de
ballet muy emotiva. Yo he disfrutado con mi hija al lado, y ella
también lo ha hecho.
Ha sido el centro de los comentarios de la cena, pero ¿sabéis por qué? Porque en los
minutos previos he llamado a casa y hablando con mi padre me ha dicho,
que el hijo de una familia muy conocida, de 25 años se ha suicidado. Me
he quedado de piedra, por el chico y por los padres que lo encontraron.
¿Qué dificultad no habrá podido vencer?
¿Qué problema le habrá parecido insuperable?
Es triste pero sucede a diario.
Pero ¡nosotros! Bah, ya somos sabios para todo y para siempre. Ah, y no
es que seamos aburridos en nuestro grupo, la semana pasada nos metimos
al cuerpo una hora de buena profecía en la reunión de viernes. Y todos
salimos "llenos", pero esto de hoy, ver al pastor Badenas invitarnos a
criar hijos independientes en lugar de dependientes; advertirnos que
cuidado con la obediencia, que no es un valor, un chico obediente a
todo será capaz de obedecer a sus amigos en cosas que no le convienen.
En fin, que estoy tan afectado, que después de leer tu comentario me he
arrancado a escribir éste otro.
Mucho tendrán que cambiar las cosas, como muy bien dices, sí, mucho.
Vamos a ser pacientes y resilientes, sigamos adelante intentando
contagiar "misericordia y no sacrificio".
Dios, nuestro Padre, nos bendiga a todos.
Un abrazo.
Sois sencillamente fabulosos, por eso amo ésta religión, por eso soy cristiano, y además vosotros me ayudáis a confirmarlo...
ResponderEliminarGracias Dios por la comunidad de creyentes libres con las que puedo identificarme...
un abrazo...
JR, tristemente me has hecho reir con la idea del cartel a la puerta de nuestros templos, como en las cajetillas de tabaco... digo tristemente porque lo que cuentas y lo que reflejas lo he vivido en primera fila y muy de cerca con unos de los mios. Puedo decir que gracias a Dios.
ResponderEliminarGracias a Dios, porque dicha experiencia me ha abierto los ojos un poquito mas (y sigo en ello), porque eso me ha ayudado a darme cuenta de que no hay templo ni organizacion religiosa (con todas sus reglas, liturgias, leyes, y mandamientos) que pueda inculcar en nadie una relacion personal con el Maestro. No creo que nuestras iglesias esten a esa altura - si no lo han estado antes, porque lo iban a estar ahora?
No me malentendais, las comunidades espirituales no es que sean malas o que no tengan su lugar; lo tienen porque como seres humanos que somos necesitamos "comunidad". Pero ya es hora de que dejemos de ver a la "iglesia" como el vehiculo que puede llevar a nuestros hijos al Maestro (a base de sentarse calladito en el culto, ir a la iglesia con "ropa de sabado", no ver la tele en sabado, no fumar, y un monton de chorradas que vamos añadiendo conforme van creciendo). Que pena que pongamos tanto enfasis en las leyes y el corportamiento exterior y tan poco en el Evangelio y en el corazon.
Hoy por hoy, lo que he visto (muy de cerca ya os he dicho) es que uno puede ser "del Maestro", sin ser de una iglesia - y algunas veces aun mas y mejor...
Bueno, ya he metido baza otra vez, o mejor dicho mis dos granitos de arena, que en este desierto es mas adecuado, no?
Un beso.
Me gusta el desierto, creo que también lo llevo en la sangre. No está lejos ni cerca, desorienta, hace calor, no hay más dirección ni vínculo que seguir que el que marquen los astros. No se sabe siquiera si se es alto o bajo, no hay refrencias ni a quién seguir. Sólo la esperanza de hallar un oasis y el miedo a encontrarlo y quedarse en él. No tengo opinión, sólo digo eso, que me gusta el desierto...
ResponderEliminarHola amigos...
ResponderEliminarEster, me gusta tu reflexión y la comparto pero tengo una pequeña observación:
.- ¿no sería maravilloso poder compartir en una iglesia no en una denominación, todos los que comulgamos con estas ideas?
.- Yo amo a la Iglesia pero no me gustan las denominaciones, pero me encantaria cambiar desde dentro los errores de nuestra "sector" que nos necesita y al que no podemos fallar...
Un abrazo a todos..
Somos del Maestro...
Diego, amigo...
ResponderEliminarCreo que tu y yo estamos mas cerca de lo que pensamos. Estoy de acuerdo con tu observacion - ya he dicho que las comunidades (en este caso espirituales) tienen su lugar. Son las institutiones (o denominaciones) que lo estropean todo muchas veces.
Y te pregunto, cuando dices "yo amo a la iglesia" - como defines tu "iglesia"? Este tema me intriga porque yo me he criado en la denominacion/iglesia Adventista (imaginate, hija de obrera biblica!); hoy por hoy sigo acudiendo a una iglesia Adventista, pero muchas de mis definiciones, esquemas con los que creci e incluso practicas han cambiado muchisimo. Y para "empañar" las cosas un poco mas... en mi iglesia estamos atravesando un fenomemo intrigante... algo asi como "iglesias/comunidades dentro de la iglesia", movitadas por una manera de pensar y vivir. Y a veces me pregunto si soy hipocrita por seguir en esta comunidad Adventista o si sigo aqui porque como bien has dicho, podemos cambiar las cosas (para mejor espero) cambiando yo e impactando a la persona que esta a mi lado.
Uff! como me he enrollado! Una vez dijo JR (o Poeta no recuerdo) lo bonito que seria convenir y debatir algunos de estos temas en persona; conoceros cara a cara, y si que seria genial, porque os aprecio de una manera especial y a veces las palabra (escritas) fallan...
Un beso y hasta pronto.
Hola, mi querida amiga Ester...
ResponderEliminarYo también me siento cerca de tí y comparto tus pensamientos...
La verdad es que el "nombre" que emplees, o la denominación a la que pertenezcas, en mi modesta opinión importa poco en relación a la doctrina pura del evangelio, al "mero cristianismo" como diría Lewis...
Yo amo lo que significa "reunirme" para compartir la sangre de Jesús, amo a las personas que se sienten libres de la esclavitud del pecado y saben vivir el evangelio...
Para nada te has enrollado, me encanta leer lo que escribes...
Mi Iglesia es una iglesia universal, una Iglesia donde caben todos y están todos, que luego determinados grupos se identifiquen en algunas cuestiones bíblicas más o menos acertadas es lo de menos, y con ésto que no se me enfade ningún adventista.. (jajaja)
Por ejemplo, Ester, observa nuestra denominación: "Iglesia cristiana adventista del séptimo día" madre mía... ¿No te parece demasiado largo? ¿No suena muy extraño? claro como somos nosotros... (jajaja)
No quiero escribir nada en contra de la Iglesia Adventista, de la cual formo parte por cierto, ni de algunos "adventas" que necesitan ayuda y perdón por deformar el evangelio.. Yo amo a mi Iglesia a pesar de sus imperfecciones..
Honestamente creo además que nos necesita y que necesita gente que se atreva a pensar y sentir de forma diferente y sin que sea además anatema...
Me encanta encontrarme con gente que es capaz de vivir su fé de manera personal, colectiva y que además no contradice ningún mandamiento bíblico..
Somos una "pequeña luz" que además ha sido seriamente advertida por Dios por su orgullo y tibieza...
En muchos aspectos hemos perdido la verdadera esencia de la redención, el amor...
Yo pertenezco a Cristo, forma parte de la Iglesia adventista pero la denominación eclesiástica es irelevante excepto en los llamados que Él considere necesario y para lo que Él considere oportuno..
La Iglesia somos todos, la verdad no es patrimonio de nadie, la verdad es Jesús...
¿qué es lo que nos diferencia? y ¿qué es lo que debería diferenciarnos?...
Un abrazo,
Tu amigo Diego
Muy bien dicho, Diego! Jolin! de verdad, como me gustaria una buena tertulia...
ResponderEliminarUn abrazo siempre,
Ester
Romanos 14:1-13 Que Dios prospere este mensaje en nuesta mente y en nuestros corazones para entender el propocito de El
ResponderEliminarhola
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